Treinta años. ¿Es mucho o poco para una viña? Depende. Para Viña Gillmore es todo, es el camino que la llevó a experimentar un crecimiento significativo desde que su fundador, Francisco Gillmore, decidiera devolver su valor a viñedos de más de cien años que prácticamente se cuidaban solos.
Hoy ese proyecto se fortalece cada día bajo la dirección de su hija Daniella, ingeniera agrónoma y gerente general de la viña, y el enólogo Andrés Sanchez. Juntos están dando vida a vinos sorprendentes, que capturan la esencia del secano maulino, donde las parras se nutren de las precipitaciones invernales y prosperan en un microclima singular.
Viña Gillmore es un proyecto familiar arraigado en la pasión por los vinos excepcionales.
“Sabemos que la base de grandes vinos son buenas uvas, por lo que nuestro trabajo se centra en nuestras viñas. Cada lote ha sido estudiado en su fenología y desarrollo, y son manejadas manualmente, para obtener los mejores vinos”, cuenta Daniella.
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La ubicación privilegiada de la viña es un factor determinante en el resultado final. En Gillmore trabajan sobre la base del concepto “dry farming”, es decir, cuentan con la lluvia –800 mm al año en promedio– para depositar en el suelo el agua que requieren las parras ya arraigadas en este suelo.
Aquí se aplica el concepto de “dry farming”, que en otras palabras es dejar que el riego venga únicamente de la lluvia.
Las temperaturas también juegan un rol clave. En el sector hay cuatro estaciones marcadas, y durante el periodo de madurez de la uva la máxima es de 30 °C durante el día, y baja a 10 °C en la noche, creando una alta diferencia en corto tiempo, lo que entrega una condición ideal para potenciar vinos tintos fríos, pues acentúa sus aromas.
La diversidad de cepas cultivadas en Viña Gillmore es una de las señas de identidad de la bodega. Entre sus variedades hay cabernet franc, cabernet sauvignon, merlot y carignan, que han sido injertadas en plantas centenarias de país, lo que les permite adecuarse al terroir. Cada cepa aporta su carácter distintivo, permitiendo una experiencia sensorial enriquecedora y diversa para los amantes del buen vino. “Nuestra filosofía es producir grandes vinos de autor, que abran la mente de nuestros consumidores”, asegura el enólogo Andrés Sánchez.
Desde la selección de las uvas hasta la meticulosa elaboración y el cuidado en la crianza de los vinos, todo se traduce en una experiencia sensorial extraordinaria.
La calidad se percibe en cada detalle, desde la selección de las uvas hasta la meticulosa elaboración y el cuidado en la crianza de los vinos. Todo esto se traduce en una experiencia sensorial que deleita a los paladares más exigentes.
Gillmore es viña fundadora de la Asociación Independiente de Viñateros del Carignan,
(Vigno), una agrupación que ha marcando pauta en el desarrollo del Carignan -variedad que tiende a la alta acidez y taninos astringentes- en la zona del Secano Costero en Valle del Maule.