Las diseñadoras Genoveva Cifuentes y su socia Dolores Quiroga se conocieron en la universidad y hace 11 años partieron con Nalca. Desde el inicio fue un proyecto con el foco puesto en la producción local y se ha mantenido así desde entonces.
“Más allá de la moda, siempre la intención fue revalorizar el oficio artesanal del calzado, activando talleres y personas que se cruzan para generar cadenas cortas de producción”, cuenta Genoveva. No les interesa generar un montón de productos que después se venden en liquidación, más bien tratan de producir lo que venden.
“Trabajamos mucho también con modelos atemporales. Entre nuestros zapatos tenemos modelos que llevan 10 años y que siguen siendo los más vendidos”.
También intentan trabajar en su mayoría con materiales y con proveedores nacionales. A veces, lamentablemente, no se puede, y deben adquirir ciertos metales o piezas específicas afuera, pero nunca dejan de intentar que la mayor parte venga de Chile. “Es lo que nos apasiona de trabajar en esto, buscar materiales, técnicas, procesos, ver de qué otras formas se puede innovar a través de acciones más simples, siempre tratando de buscar nuestro propio camino. Obviamente de la mano de las tendencias, pero trabajamos mucho también con modelos atemporales. Entre nuestros zapatos tenemos modelos que llevan 10 años y que siguen siendo los más vendidos”, relata.
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Para hacer algunos cambios juegan con las texturas y los colores, o agregan ciertos elementos como los trenzados. “Trabajamos con una señora que hace los petates en una especie de telar de cuero. Como ella, hay otros que saben mucho y que se han dedicado toda la vida al calzado. Además, con varias marcas somos muy amigas, entonces también nos compartimos datos; siempre nos estamos ayudando y potenciando. Nadie ha inventado la rueda con los zapatos, pero en nuestro caso tratamos de hacer algo que sea de nuestra línea, cómodo y atemporal para que dure mucho tiempo. Si uno cuida estos productos puede tenerlos eternamente, porque de verdad no pasan de moda”, afirma Genoveva.
La producción se desarrolla en talleres locales que han crecido con Nalca.
Muchas veces las socias confiesan haberse cuestionado el enorme esfuerzo que significa producir en Chile, por las enormes dificultades que ellos impone, “pero es lo que nos gusta y lo que nos hace sentido, el tener gente colaborando con nosotros que esté contenta, que trabajen en buenas condiciones, ver cómo sus talleres van creciendo y que si al principio nos hacían pequeñas cosas en las noches, hoy tienen un taller y gente contratada”, explica Genoveva.
Otro de los grandes orgullos de esta marca es haber congregado a otras para ofrecer productos con la misma filosofía en un solo lugar. De ahí nació Espacio Nalca, la tienda donde decidieron arriesgarse y no solo tener local propio, sino sumar fuerzas con otras marcas en un espacio colaborativo que ya cumplió 7 años y donde está también la marca de ropa Nima, emprendimiento de Genoveva junto con la diseñadora Valentina Martelli.
“En Espacio Nalca tenemos un proyecto que se llama Futuro Colaborativo, en donde hacemos pequeñas colecciones en conjunto, y es superinteresante porque todas nos metemos en todo, entonces el trabajo es muy nutritivo porque uno aprende de otras formas de trabajo, otras miradas también”, concluye.