Cada persona que se involucra en el proceso de fabricación de estas lámparas trabaja en un lugar distinto de Chile. Los separa la geografía, sin embargo, cada cual aporta un elemento imprescindible del objeto final. La gestora de este proceso es la artista visual María Jesús Seguel. “Soy muy curiosa”, dice ella. Y explica que las líneas que desarrolló para Maia Design son la inspiración surgida de proyectos de gestión cultural con artesanos, su trabajo vinculado a la cerámica y a la escultura, y la inquietud por atreverse a reinterpretar o encontrar nuevas formas de diseño.
“Me crié en un mundo de objetos hechos a mano, antiguos, con mi mamá que hacía reinterpretaciones de diseños de otros lugares o aludiendo a los diseños clásicos”.
También hay herencia. Su madre y su abuela son las creadoras de Mandarino, tienda que por años fue un referente en el mundo del interiorismo por su marcado sello vinculado a las antigüedades. “Me crié en un mundo de objetos hechos a mano, antiguos, con mi mamá que hacía reinterpretaciones de diseños de otros lugares o aludiendo a los diseños clásicos. Me rodeé de objetos interesantes, bien hechos, se hablaba mucho de eso, escuchaba siempre ‘mira qué bonito, esto es tallado a mano, aquí se hicieron incrustaciones de concha de perla…”. Siempre tuve fascinación por el mundo de los objetos, que fui desarrollando también en la universidad. También me interesaba el tema de las facturas, de cómo están hechas las cosas y también la comunidad, el trabajo en grupo, nuestra artesanía, las tradiciones”.
En 2007 participó en un proyecto de rescate patrimonial de cerámica en Panguipulli, donde se involucró con las comunidades mapuches, “hasta el día de hoy tengo mucha cercanía con ellos”, cuenta. Y ahí comenzó a tomar forma Maia, donde hay mucho de inspiración ancestral y cultura precolombina. La lámpara “Ruca” es una muestra de ello.
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El nombre Maia apareció en el año 2004, cuando María Jesús ya vendía lámparas hechas a mano por ella en la tienda Mandarino. Sin embargo, no fue lanzarse a la piscina de un momento a otro. “Es bien dura la vida de un artista. No sabes para quién trabajas ni tienes un campo laboral claro. Yo toqué muchas puertas, postulaba a proyectos, hablaba con las galerías… Al final fue la cabeza lo que me llevó a formar Maia, que es una línea más comercial donde se mezcla la artesanía, el diseño y el arte.
Buscar el nombre fue otra aventura. María Jesús le pidió ayuda a una amiga pintora y entre varios otros, le sugirió Maia. “Me gustó porque alude de alguna manera a lo precolombino y al trabajo con la tierra, sin ser literal. Me puse a investigar y supe que también era una diosa griega, la mamá de Hermés, cuyo padre es Zeus. Aunque él estaba casado con Hera y esta fue una “canita al aire”, cuenta la artista riendo. “Pensé que es una linda historia, no muy conocida y sin embargo, muy poética. Me quedé con ese nombre, breve, fácil de pronunciar”. Su hermana le diseñó el logo, que “remite a la textilería, a las cruces y rombos, pero al mismo tiempo es muy contemporáneo porque es muy minimalista”, describe María Jesús, para quien la colaboración es un elemento indispensable en su trabajo.
“Yo heredé muchos maestros que trabajaban con Mandarino y que eran especialistas en su oficio, la mitad de ellos me conoce desde chica”.
“Uno de los valores más importantes para nosotros es sostener oficios tradicionales. Yo heredé muchos maestros que trabajaban con Mandarino y que eran especialistas en su oficio, la mitad de ellos me conoce desde chica. Es un camino difícil porque a veces uno se enferma, se acaba la materia prima, se le corta la luz en el pueblo, pero hay que apoyarlos para que puedan seguir trabajando. Creo que ahí está el gran talento, aunar los esfuerzos y hacerlo, además, a la distancia”. Pero además, para ella es importante que todos se involucren entregando ideas y soluciones técnicas, porque los artesanos son quienes mejor conocen los secretos de su material: fierro, cuero, papel. Con la participación de todos se va perfeccionando el producto. “Y yo me asombro, no me termino de deslumbrar con en el trabajo de cada uno de ellos”.
En el taller-showroom de Barrio Italia se arman las lámparas y se dan terminaciones como el esmaltado o la lámina de pan de oro o de cobre de algunas piezas.
Todas las piezas se juntan y ensamblan en el taller-showroom que está en el Barrio Italia. “Era una casa que compró mi madre, hoy está convertida en galería y se llama La Mandarina. Al fondo está Maia, donde además de armar las lámparas se dan terminaciones como el esmaltado o la lámina de pan de oro o de cobre de algunas piezas. “Mucha gente necesita conectar con el producto, con el oficio y, previa cita, pueden ir al taller y ver la lámpara que quieren”, explica María Jesús, y agrega: “Tratamos de hacer cosas con sentido, crearlas acá en Chile con significado y que de alguna manera se inspire en lo nuestro. Todo lo que está en Maia transmite eso”.