Lorenza Bas estaba en el último semestre de la carrera de Diseño de Vestuario y Textiles en la Universidad del Pacífico cuando esa institución se declaró en quiebra. Como hubo un año de espera para ver dónde se reubicaría a los alumnos, ella decidió que, durante ese período, saldría de Chile y seguiría perfeccionándose. “Se me ocurrió hacer una colección y juntar lucas para el viaje. Con una amiga modelo y una amiga maquilladora hicimos una sesión de fotos de esa colección y funcionó bacán, picó harto. Tanto así, que dudé si irme, porque encontré que había tenido demasiada buena convocatoria y buen feedback. Pero me fui igual y estudié en Londres y en Milán. En París también hice un curso”, recuerda.
“Me gusta conectarme con las clientas y poder aportar con un granito de arena a su seguridad, hacerlas sentir bien”, dice Lorenza Bas.
Lorenza regresó a Chile en septiembre del 2019. “En octubre fue el estallido social, y después vino la pandemia. Ha sido un poco complejo emprender bajo esas circunstancias, pero aquí estamos”, dice Lorenza, y cuenta que le costó dos años consolidar la marca. Una propuesta que ofrece la opción de pedir la prenda de acuerdo con una tabla detallada de tallas o también a medida.
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Para dar vida a su taller –ubicado en la Plaza San Enrique– contrató a una costurera, aunque también, cuando lo necesita, trabaja con la ayuda de un taller independiente. Pero este año pretende crecer y contratar a más personas, siempre respetando el concepto de comercio justo, “porque la calidad también tiene que ver con que un producto haya sido elaborado bajo condiciones dignas de trabajo”.
“El statment de mi marca, que la ropa se entienda como una obra de arte”.
“Lo que me hace feliz de mi trabajo es vivir todos los días inspirada. Necesito eso para vivir. Si no estoy inspirada, busco situaciones para inspirarme. Y trabajar con clientas y hacerles cosas a medida, con pruebas y que todo sea delicado y ‘curado’, me encanta. Me gusta conectarme con ellas y poder aportar con un granito de arena a su seguridad, hacerlas sentir bien”, comenta.
Dice que muchas clientas le han dicho que ven alguna prenda y que saben de inmediato que la hizo ella. “Eso me enorgullece mucho, porque ahí uno se da cuenta de que ya tiene una marca consolidada, que hay una identidad reconocible”, explica Lorenza. Y asegura que le interesa fusionar ropa y arte: “Es el statment de mi marca, que la ropa se entienda como una obra de arte”.
Si bien aclara que no se puede considerar una marca sustentable, “porque para serlo debería tener desde el packaging hasta una tela 100% sustentable”, sí le interesa ir en ese camino y no contaminar. “Yo no trabajo con telas 100% sustentables, pero sí trabajo con pocas cantidades. Hago cuatro prendas, por ejemplo, y la quinta ya debe ser por pedido, para no confeccionar porque sí nomás. Y también, después de cada colección, saco una que se llama ‘Collection no Collection’, que consiste en reutilizar retazos que sobraron de la colección pasada y hacer prendas de edición limitada. Así uso el material hasta el máximo que se pueda. Me gusta hacer ropa con sentido”, dice.
El eslogan de la marca resume su filosofía: “Quality not quantity”. Es decir, calidad antes que cantidad. “Trabajamos con bajas cantidades, no hacemos por hacer, sino con sentido. Creemos que las indumentarias pueden ser obras de arte, por eso trabajamos en colaboraciones con artistas. Para nuestra última colección, por ejemplo, hicimos una colaboración con artistas: ellos hicieron obras inspiradas en el mismo concepto de la colección. Y también hicimos un desfile donde las modelos estaban en cubos, como si fuesen obras de artes. Me interesa que se entienda como algo único, como algo preciado, que se entienda todo el trabajo que hay detrás”, finaliza.