A partir del 2000, el enólogo Juan Pablo Martin trabajó en varios viñedos. Gran parte de su carrera la construyó en la Cuarta Región, en el norte verde. En el 2014, cuenta, le dieron ganas de hacer un vino que llevara su marca, pero no se atrevió hasta el 2021. “Dije ‘hago vino para otras empresas, ¿por qué no sacar mi propia botella’”. Así surgieron los vinos JP Martin, con uvas que provienen de dos valles nortinos: valle del Huasco, en Atacama, y valle del Limarí, en Coquimbo.
“La expresión, la tipicidad y las características del vino que sacamos son superpotentes. Yo creo que le dimos el palo al gato”, dice Juan Pablo Martin.
Trabajó de lleno en su sueño y en 2022 hizo su presentación en sociedad.
Del Huasco nacen tres etiquetas: De Mai, un chardonnay; De Tiza, un pinot noir, y De Cal, un garnacha (variedad española). Y del Limarí surgen dos etiquetas, que comparten un mismo nombre: Rumay, que es la zona que se encuentra entre ambos viñedos. Ahí se cultivan las uvas carmenere y syrah.
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“Es un tremendo vino y nos ha ido superbién. La expresión, la tipicidad y las características del vino que sacamos son superpotentes. Yo creo que le dimos el palo al gato”, comenta sobre este emprendimiento familiar.
Y cuenta acerca de la filosofía de su empresa: “Yo trato de mostrar el origen, de dónde viene la fruta, lo que es el norte verde. Trato de mostrar la fuerza, la expresión que da el terroir, que da el suelo. El terroir tiene que ver mucho con el lugar, el clima y el cómo uno maneja el viñedo”.
Juan Pablo comenta que, además de vender a través de su página, comercializa sus productos en tiendas especializadas, restaurantes y hoteles. Es una cadena de distribución bien chiquitita, porque esto partió recién en noviembre del año pasado”.
Claro que no tan chiquitita, porque ya está exportando a España, Estados Unidos y China. “Tratamos de que el 50% del producto quede en Chile y el 50% sea de exportación”, dice.
“No hay más uva ni más viñedos plantados en esa condición, con ese suelo. No es una fábrica de algo que tú puedas juntar ingredientes y crear más volumen”.
Según la Guía Mesa de Cata 2023, de la CAV, JP Martin es la viña revelación. “Y de los cinco vinos que presenté, tres salieron el mejor vino del año. O sea, sacamos el mejor chardonnay, el mejor pinot noir y la mejor garnacha. Y el syrah y el carmenere estuvieron puntuados dentro de los mejores también. Llamó mucho la atención el proyecto”, comenta Juan Pablo.
La idea de la producción es mantenerla tal cual está, “en volúmenes supercontrolados, porque el crecimiento de estos proyectos depende mucho de los viñedos. Cualquier cambio toma cinco o seis años. Todo es en función de la naturaleza”.
Que esto sea así, asegura Juan Pablo, garantiza la calidad del vino.
“Son absolutamente limitados porque no hay más, no hay más uva ni más viñedos plantados en esa condición, con ese suelo. No es una fábrica de algo que tú puedas juntar ingredientes y crear más volumen. No. Aquí tiene que ver mucho con el lugar donde está plantada la viña”, cierra.