Desde su adolescencia, Benjamín Díaz Rovano supo que se iba a desempeñar en alguna labor creativa. Le gustaba mucho pintar y dibujar. Y después de hacer un bachillerato en humanidades y un año de sociología se dio cuenta de que su deseo de crear con las manos seguía intacto.
Así que se matriculó en la Escuela Aplicada en Artes de Oficios del Fuego y aprendió varias disciplinas. Hasta que un profesor le dijo que la cerámica gres era el material con el que mejor se llevaría. Su maestro tenía razón, porque eso es lo que realmente lo apasiona.
“Para mí es muy importante aprender de otros maestros, porque en este oficio no hay un solo camino”.
Durante años trabajó en talleres de otros artesanos, pero siempre parte de su sueldo lo ahorró para independizarse. Y aunque en el 2014 formalizó su emprendimiento, siguió trabajando con otros creadores. “Para mí es muy importante aprender de otros maestros, porque en este oficio no hay un solo camino. Si hay algo hermoso de todo esto, es que la cerámica dispara para todos lados. Es esa multiplicidad de miradas y cantidad de formas de hacer lo que me alimenta el deseo de seguir experimentando”, dice quien ahora comparte sus conocimientos. Ya no trabaja en otros talleres, pero hace clases a nuevos otros artesanos.
Dice que lo que más le gusta de su trabajo es poder jugar: “Me gusta saltar de piezas más utilitarias a otras decorativas, y proponer piezas más gestuales, más artísticas. Todas ellas ponen en valor el proceso y el material. Eso me da felicidad dentro del taller. Es un quehacer bastante personal”, comenta.
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En su taller, las piezas que han fallado y los retazos sobrantes se reciclan.
Benjamín cuenta que tanto las piezas que han fallado como los retazos sobrantes se reciclan. “Todo ese material se seca, se muele y vuelve al agua, vuelve a ser un solo barro”, explica.
Y ahonda en su propuesta: “En el rubro de la cerámica cada taller tiene su sello (…) La cerámica gres permite meterse en el mundo de los materiales y minerales que se ocupan para poder crear las diferentes fórmulas y recetas de esmaltes. Hoy en día hay fórmulas que venden tiendas especializadas, hay herramientas y todo más estandarizado, pero este taller se diferencia de otros porque los esmaltes son formulados acá y son recetas exclusivas mías, cuestión que da un sello”, dice.
“Y si tuviera que hablar de la marca y del producto en sí, lo que me diferencia es una línea de diseño que yo he ido puliendo con el tiempo. Son líneas simples, pulcras, sin ser pretenciosa. En piezas utilitarias es un diseño que sirve de verdad, que es útil en lo cotidiano. Eso me diferencia de otras marcas que yo siento que aún no encuentran una identidad”, agrega.
Los productos de IKA Cerámicas “son piezas hechas con las manos que están dirigidas a otras manos”.
Además, dice, es un diseño que siempre pone en valor la nobleza de este material, que “tiene una dureza mucho mayor a la loza común y corriente. En realidad, estás sintetizando materiales que encuentras en la naturaleza, ocupando minerales. Finalmente estás sintetizando una piedra”.
Lo suyo, acota, “son piezas hechas con las manos que están dirigidas a otras manos”. Y, por último, aclara que sus contenedores, ya sea tazas, platos o boles, nunca son producciones en serie.