Charcutería Ibérica

Pasión por el buen hacer

Los mueve el respeto por elaborar productos con la mejor calidad, puros y nobles como los que antaño se hacían en las casas. “Creemos en la buena calidad de los ingredientes, carnes, grasa, cero químicos y seguir los protocolos técnicos y sanitarios”, dice Jorge Abara Lavín, su fundador.

14 julio 2023


El inigualable sabor de la nostalgia

“En febrero del 2015 hubo un giro importante en mi vida como consecuencia de un grave accidente que hoy considero un regalo de Dios por la paz y tranquilidad que me dio”, cuenta Jorge Abara Lavín, fundador de Charcutería Ibérica. Ese fue un punto de inflexión en su vida. Uno que lo llevó a dar el paso a dedicarse por completo a una de las pasiones de su vida: la cocina, y en especial la charcutería. “Fue sin planearlo, nació del alma”, recuerda. Lo que mis hijos y yo sabíamos de charcutería, que es un oficio, pero también considero un arte, era lo que conocimos con sus abuelos Manolo y Yola, quienes año tras año hacían la ‘moraga’, un término en árabe que refiere a la matanza del cerdo. Con ellos conocimos los chorizos, zurrones, salchichones, solomillos curados, todo de la mejor calidad, como se hacían desde siempre en su Ortigosa de Cameros natal. Así aprendimos a comerlos y a distinguir lo bueno”, dice Jorge.

 

Su primera máquina embutidora era “una de esas de fierro fundido que tenían los viejos, con muchos años de uso”, cuenta Jorge Abara.

 

En ese entonces, cuando los abuelos preparaban sus embutidos en casa, la charcutería de buena calidad no era fácil de encontrar. “Nadie la fabricaba en forma permanente en Chile, solo lo que algunos viejos inmigrantes, españoles, franceses o italianos, hacían con la pasión que les otorgaba la nostalgia de las comidas de sus hogares, y que tanto añoraban de sus países de origen. Los viejos se estaban muriendo y era poca la gente que quería seguir con las tradiciones”, relata Jorge. Él tampoco contaba con las recetas precisas, sus antepasados no las dejaron anotadas, pues las sabían de memoria. Sin embargo, el periodo de convalecencia después del accidente le dio el espacio necesario para investigar y estudiar, cuestión que no ha dejado de hacer. 

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